miércoles, 7 de abril de 2010

Cuestiones autobiográficas

Hoy empecé a dar clases en un profesorado de Educación Física. Un taller de lectura, oralidad y escritura, con un grupo de primer año. Algunos más chicos que yo, algunos más grandes y lo que eso conlleva. El trato es tanto más explotable, las conversaciones de hoy llevaron a lugares tan extraños y maravillosos a la vez. A diferencia del colegio, acá pensaban que tengo más edad de la que tengo, por lo tanto, mucho más de lo que aparento. 
Los niños debían acercarme a ellos, y los mayores están intentando alejarme. Es un sentimiento extraño eso de ser menor de la mayoría de los que recién están empezando a estudiar. Por un lado, me da un sentimiento de culpa algo particular, pensar que a mi edad estoy casi recibida, con ellos empezando ahora. Y, por el otro, la responsabilidad de ser una especie, aunque ínfima y pequeñita, de modelo a seguir.

Enseñar a gente que va a enseñar, por otro parte, hace que una serie de mecanismos se pongan en funcionamiento, sobre todo, con lo reciente de mi actividad docente. Intentar compartir experiencias nuevas con gente que va a empezar a vivirlas me pone en tensión constante entre el decir, el hacer y el etcétera. Y queda pendiente, para lo largo del año, ver la manera de coordinar y hacer estallar los puntos en común entre su actividad meramente cultural, y la mía, meramente intelectual. ¿Para qué la lengua, la oralidad y la escritura? O, mejor aún, ¿por qué?

Hoy, tema: autobiografía.
Y que de eso se trate.

Todo sigue siendo, en la misma medida, nada más que una gran ficción.

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