sábado, 17 de abril de 2010

Cuestiones personales

Una vez me preguntó si yo no creía que dar clases era "desperdiciar" mi inteligencia.

Y yo ese día lloré. Por darme cuenta que no me conocía y por darme cuenta que estaba en una relación con fecha de vencimiento. Yo no iba a poder estar al lado de una persona que pensara eso de la carrera que yo había elegido. No podía creer, mientras lo escuchaba hablar, que me estuviera preguntando eso a mí, que intentaba enseñarle cosas a diario y que le decía, con un orgullo de mujer enamorada, que enseñarle esas cosas a diario me llenaba de alegría. Siempre supimos que fue mi mejor alumno y quiero seguir creyéndome su mejor profesora.

Hoy me gustaría decirle que con eso me dio tantas fuerzas y  que nunca estuvo tan equivocado.

Hoy me gustaría contarle que, desde que doy clases, tengo la cabeza más al filo que nunca. Que no paro de leer cosas nuevas y que no paro de tomarme examen constantemente.
Que, desde que doy clases, ejercito esa inteligencia, que está tan lejos de ser despediciada. 
Que dar clases me demuestra que nací para esto y que ocupo todos mis días en enseñar cosas nuevas a gente que alguna vez, aunque yo no lo sepa, lo valore.

Por lo pronto, yo sí lo valoro.
Yo sí me valoro.

Y con eso me basta.

miércoles, 7 de abril de 2010

Cuestiones autobiográficas

Hoy empecé a dar clases en un profesorado de Educación Física. Un taller de lectura, oralidad y escritura, con un grupo de primer año. Algunos más chicos que yo, algunos más grandes y lo que eso conlleva. El trato es tanto más explotable, las conversaciones de hoy llevaron a lugares tan extraños y maravillosos a la vez. A diferencia del colegio, acá pensaban que tengo más edad de la que tengo, por lo tanto, mucho más de lo que aparento. 
Los niños debían acercarme a ellos, y los mayores están intentando alejarme. Es un sentimiento extraño eso de ser menor de la mayoría de los que recién están empezando a estudiar. Por un lado, me da un sentimiento de culpa algo particular, pensar que a mi edad estoy casi recibida, con ellos empezando ahora. Y, por el otro, la responsabilidad de ser una especie, aunque ínfima y pequeñita, de modelo a seguir.

Enseñar a gente que va a enseñar, por otro parte, hace que una serie de mecanismos se pongan en funcionamiento, sobre todo, con lo reciente de mi actividad docente. Intentar compartir experiencias nuevas con gente que va a empezar a vivirlas me pone en tensión constante entre el decir, el hacer y el etcétera. Y queda pendiente, para lo largo del año, ver la manera de coordinar y hacer estallar los puntos en común entre su actividad meramente cultural, y la mía, meramente intelectual. ¿Para qué la lengua, la oralidad y la escritura? O, mejor aún, ¿por qué?

Hoy, tema: autobiografía.
Y que de eso se trate.

Todo sigue siendo, en la misma medida, nada más que una gran ficción.

martes, 6 de abril de 2010

Cuestiones superiores

Y ahora, como para vencer todas las leyes de la física y de los días de 24 horas, arranco a dar clases en el profesorado.
Con un taller, unas pocas horas.
Pero a hacerlo de putas madres.